viernes, 6 de abril de 2012

I. DESIGNIO Y ACCIÓN DE DIOS POR MEDIO DE CRISTO. 1,13-23.

                  13Porque él nos libró del poder de las tinieblas,
                      trasladándonos al Reino de su Hijo querido,
                  14por quien obtenemos la redención,
                      el perdón de los pecados.
                  15Éste es imagen de Dios invisible,
                      nacido antes que toda criatura,
                  16pues por su medio se creó
                      el universo celeste y terrestre,
                      lo invisible y lo invisible,
                      ya sean majestades, señoríos,
                      soberanías o autoridades.
                   17Él es modelo y fin del universo creado,
                       él es antes que todo
                       y el universo tiene en él su consistencia.
                   18Él es también la cabeza del cuerpo,
                       que es la Iglesia.
                       Él es el principio,
                       el primero en nacer de la muerte,
                       para tener en todo la primacía,
                   19pues Dios, la Plenitud total,
                       quiso habitar en él.
                   20para por su medio reconciliar consigo el universo,
                       lo terrestre y lo celeste,
                       después de hacer la paz con su sangre
                       derramada en la cruz.

                   21También vosotros estabais antes distanciados y erais enemigos jurados por vuestras malas acciones; 22ahora, en cambio, con la muerte que el Mesías sufrió en su cuerpo mortal Dios os ha reconciliado para haceros gente consagrada, sin defecto y sin reproche a sus ojos; 23a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe e inamovibles en la esperanza que escuchasteis en el evangelio; el que se proclama a toda criatura bajo el cielo, y a cuyo servicio yo, Pablo, fui destinado.

EXPLICACIÓN.

13-23.         La salvación es un hecho. Empieza el himno de alabanza. La humanidad, dominada por las tinieblas (en oposición a "la luz", v. 12); el reino de su hijo querido, lit. "hijo de su amor" (cf. Ef 1,6), es la comunidad cristiana, donde se ejerce principalmente la acción del Mesías exaltado (13); él libera al hombre de su pasado pecador (Ef 1,7) y lo reconcilia con Dios (14).

                   Preeminencia de Jesús Mesías: él es el punto de referencia para conocer a Dios (imagen de Dios invisible) (15); nacido antes, "primogénito", que expresa la predilección divina; Israel era llamado "primogénito de Dios" (Éx 4,22; Jr 31,9) y de ahí el término se aplicó al Mesías, representante ideal del pueblo (cf. Heb 1,6). Como la figura de la Sabiduría en la literatura judía (cf. Prov 8,22-24.27; Sab 9,1), él está al principio de las obras de Dios, como modelo de su creación; él, además, marca la meta, la plenitud del hombre (modelo y fin). Pablo combate la creencia en mediadores cósmicos, (majestades, señoríos, etc.), propuesta a los colosenses por las doctrinas sincretistas (16). La consistencia del universo no está en su ser físico, sino en la cohesión que recibe de Cristo (17).

                 Relación particular de Cristo con la Iglesia, que depende de él de modo más inmediato y a la que comunica especialmente su influjo vital. Como cabeza de la iglesia, él es el principio, que será seguido de la nueva humanidad; el primero en levantarse de la muerte: toda obra del amor de Dios tiene como iniciador a Jesús (18). La Plenitud total (19): esta denominación divina (se explicita "Dios", según 2,9), pretende sin duda combatir la falsa plenitud que los adversarios pretendían alcanzar con la veneración de los seres supramundanos (cf. 2,9s). La presencia de Jesús Mesías es la de Dios mismo (v.15: "imagen"). La reconciliación con Dios presupone la paz entre los hombres (cf. Ef 2,13-16) (20).

               Aplicación al caso de los colosenses: de enemigos a reconciliados. Ha sido la muerte de Jesús, expresión suprema del amor de Dios, la que ha hecho posible la reconciliación. Para haceros gente consagrada, etc., Ef 5,27; sin defecto y sin reproche, cf. Ef 1,4 (21-22). Condiciones para esa consagración: la firmeza (Ef 3,17) en la fe/adhesión y en la esperanza suscitadas por la escucha del evangelio, predicado ahora en todo el mundo conocido (23).

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